Una Bocha de Historia

Colonia Caroya es una de las localidades con más devoción al juego de bochas. Desde sus orígenes italianos, esta disciplina hizo nacer clubes. Sin embargo, sus jugadores temen la futura extinción de la misma debido a la falta de promoción y publicidad.

Dos equipos de jugadores vestidos de blanco, seis bochas que corresponden a cada uno, 24 por 4 metros de cancha, un bochín y precisión: todo lo que se necesita para jugar a este deporte que tiene una gran historia por detrás. Los italianos trajeron este juego al que denominaron “bocce” a Colonia Caroya y otras localidades del interior de la provincia y el país. Sin embargo, sus protagonistas y jugadores admiten el peligro que corre este juego por la escasa propaganda y atención que recibe. Este hecho se ve reflejado en el descendente número de socios y jugadores jóvenes que lo practican y se federan.

“Un secreto bien guardado”

El juego de bochas es totalmente amateur, ya que no cuenta con apoyo económico de la Municipalidad Colonia Caroya. Más allá de su falta de profesionalismo, este deporte palpita en las raíces más profundas de sus jugadores y muchos temen que, por la falta de promoción y publicidad, se pierda su práctica oficial con el paso de los años. Considerado como un “juego de viejos” para los jóvenes cuando lo escuchan nombrar y no le dan una oportunidad.

Carlos Fantini, quien es miembro de la Asociación de Bochas de Caroya, teme que el deporte se pierda en el futuro, por la falta de propaganda que se le presta. “Los dirigentes no entienden la necesidad de mejorar el status. A mí siempre me quedó algo que una vez alguien me dijo ‘las bochas son un secreto bien guardado’. Ojalá se le prestara más atención porque es un juego que une generaciones y es muy divertido. Yo jugué hace poco contra un joven de 19 años y tengo 62. Hace poco hubo un partido entre dos señores de 86 y 87 años. Eso no se ve en todas las disciplinas”.

Otros bochófilos, como Jorge Cargnelutti y María del Carmen Ferrero de Tessino, concuerdan en sus opiniones cuando dicen que es un juego que podría ser jugado por más jóvenes y damas, pero la falla surge desde la falta de planificación como forma de impulso y difusión de este deporte. Cargnelutti recuerda que hubo algunos intentos de inclusión de más mujeres y adolescentes al juego en diversos clubes y a nivel federación, sin resultados notables. María del Carmen cuenta que años atrás en su club se había incorporado un profesor para que enseñe a los jóvenes, pero que al poco tiempo se extinguió la iniciativa por falta de compromiso. “La gente que está, en general, es la gente de muchos años del deporte. Son más lo que se van que los que entran”, afirma Ferrero de Tessino.

En Caroya, hace más de 75 años que existe el “Bochas Sport Club”. Nace alrededor de este juego y ahora tiene muchos deportes más: hockey, fútbol, básquet. El efecto fue desequilibrado. Crecieron otros deportes, pero disminuyó el número de jugadores de bochas, hasta llegar a ser tan pequeño que, según una de sus secretarias, Luciana Rogio “pasó a ser una molestia en cuanto a lo poco que se aprovecha el espacio en proporción a la cantidad de socios”. Ella, como parte de una comisión directiva,busca eficiencia y mayor utilidad de los espacios del club, según las necesidades deportivas y la demanda de los socios. “Ellos juegan dos veces a la semana, utilizan un espacio de casi 100 metros cuadrados y son aproximadamente 30 socios, en una población total mucho más numerosa”. Sin embargo, son un grupo que no genera gastos porque “son autosuficientes, se arreglan solos. Lo que se rompe lo reponen ellos. Excepto la luz, que no es poco, no generan gastos; pero el problema es que tampoco generan ingreso”, declara Rogio. De todas formas, coincide en que es un problema que se solucionaría con mayor promoción, ya que es para todas las generaciones. “Es un juego de todos, es de nuestra identidad, pero no se transmite bien la tradición a las siguientes generaciones. En mi familia juega mi marido, de 30 años y el que le sigue tiene 45 años”.

Un inicio polémico

En el siglo XVII este juego era muy popular por Italia, a tal punto que fue prohibido por el gran fanatismo. Luego fue considerado como motivo de “perversión” para la juventud. Sin embargo, eso no consiguió extinguirlo, ya que se practicaba clandestinamente en boliches y pulperías. En la década de 1920, alrededor de tres millones de italianos llegaron a Argentina y trajeron consigo numerosas costumbres. La pasta, la pizza, el sentimiento fuerte de familia, la extroversión entre tantas otras cuestiones. Una de ellas, aunque no tan conocida por la gente de ciudad, es el juego de bochas. Un deporte que es parte de la identidad de muchas personas que habitan en pueblos, localidades y pequeñas ciudades de Córdoba, Santa Fé, Tucumán, etc.

La Asociación de bochas de Caroya tiene cinco clubes afiliados: Club Sportivo Unión Tronco Pozo, Bochas Sport Club, Club Sportivo Vicente Agüero, Club Juventud Agraria Colón, Club Sportivo San Martín. Sin embargo, el último cuenta con un permiso especial para participar este año de las competiciones, porque no pudo cumplir con la inscripción cooperativa para su club.

Es un juego que se practica de a dos equipos de dos o tres jugadores, que tienen tres o dos bochas cada uno, respectivamente. El primer equipo arroja el bochín (pequeña bola de 40 mm de diámetro) e intenta arrojar sus bochas lo más cerca posible del bochín. El segundo equipo intenta lo mismo, ya sea quitando de un bochazo la pelota del equipo contrario o arrimando la suya. Luego, se cuentan los puntos, de acuerdo a la cantidad de bochas que están más cerca de la más pequeña y se comienza nuevamente desde el otro lado de la cancha. Así, hasta alcanzar la cantidad de puntos acordados.

Argentina y una medalla intrascendente

El último Mundial internacional de bochas se celebró en Puerto Iguazú, Misiones (Argentina) en 2012 y el seleccionado nacional obtuvo múltiples triunfos: llegó a la final y en esa instancia perdió contra Italia por 15 a 8 puntos. Más allá de la gran actuación del equipo albiceleste, poca fue la repercusión en los medios de comunicación argentinos, sólo unos pocos sitios web relataron lo ocurrido en Iguazú.

El peligro pasa, más que nada, por la pérdida futura del juego de bochas como deporte federado y de competición de alto nivel. En los campos y patios de algunas casas seguirá habiendo una pista casera, un set de bochas y familias que lo jueguen después del asado y la sobremesa. Su encanto es ese, su espíritu social, su gracia de ser un juego para todas las edades y del agrado de mujeres y hombres por igual. Lo que no debemos dejar escondido es que Argentina es un país con buenos resultados a nivel mundial en este deporte, que además integra generaciones y forma parte de las raíces culturales de una sociedad con fuertes tradiciones y costumbres ancestrales. Este debe dejar de ser un secreto bien guardado entre bochófilos.

Por Anita Martinez